Fuente: flickr.com Autora: Camille Rose

Primero empecemos por saber qué es el pensamiento computacional.

Según la Sociedad Internacional para la Tecnología en Educación (ISTE) y la Asociación de Docentes en Ciencias de la Computación (CSTA), en colaboración con líderes de educación superior, de la industria y de la educación escolar, la definen como:

Fuente:  Slideshare. Autor: Alcibíades Batista González

Esta definición ya pone de manifiesto importantes características que justifican por qué es necesario implementar su uso en los centros educativos: fortalece la confianza y persistencia ante complejidades, enseña a saber manejarse en situaciones difíciles y buscar soluciones, promueve el trabajo en equipo y el saber comunicar,... Habilidades más que necesarias para saber vivir y desenvolverse en sociedad. Además, sirve para reforzar conocimientos de las distintas materias y áreas educativas, desarrolla la memoria y capacidad de retención y planificación, crea entornos de aprendizajes interactivos (aprender haciendo) en el que el alumnado no es un mero espectador, fomenta la creatividad, permite aprender jugando,...

Pese a todas estas ventajas, para una parte importante de la sociedad, esta potencialidad sigue siendo desconocida. Lo he podido comprobar durante estos días en mi centro, el cual, en este curso escolar ha ofrecido la programación  y robótica como actividad extraescolar  y que finalmente se ha descartado al no recibir ni tan siquiera una sola solicitud. 

Por otro lado, la gran traba para su implementación en el aula es su coste, lo que reduce su incorporación a las aulas a unos pocos centros que deciden invertir en este tipo de tecnología o a algun@s docentes que rascan su bolsillo para poder hacer real un aprendizaje adaptado a los tiempos en los que vivimos.